domingo, 18 de septiembre de 2011


Dicen que uno no se da cuenta de lo que tiene hasta que lo pierde. Lo cual no es cierto del todo, una puede saber muy bien lo que tiene, apreciarlo, quererlo, amarlo, desearlo a más no poder y ir dandose cuenta de que lo está perdiendo, cada vez más, cada vez más rápido, cada vez más dolorosamente.
Y sabes que al perderlo jamás volverás a recuperarlo, contemplas lo que está ocurriendo deseando que todo terminara, que todo volviera a ser como antes, pero sabes que todo ha cambiado, a peor por desgracia, quisieras hablar con el, decirle todo lo que piensas, contarle que de verdad te importa, que le necesitas mucho más de lo que piensa. Pero tienes miedo, no te atreves a decirle nada, y entonces es cuando te paras a pensar y te vienen miles de recuerdos, de momentos vividos, y eres totalmente consciente de que nada de eso volverá a ocurrir, de que nada va a ser como antes. Te entran ganas de llorar y eso es lo que haces, lloras, desconsoladamente, queriendo y deseando que te llame, que te mande un mensaje, que te diga que quiere arreglar las cosas, pero eres lo suficientemente lista para saber que eso nunca ocurrirá.
Los días pasan, la lluvia empieza a humedecer las calles, y tú sigues dolida por todo, eres incapaz de olvidar. Pasan los meses, todo sigue igual, no consigues llegar a olvidar del todo pero decides pasar del tema lo más posible, pero en el fondo sabes que jamás le olvidarás, que aunque os hayais distanciado siempre le querrás, mucho más de lo que nadie imagina.

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