




Parece mentira como pueden cambiar las cosas en tan poco tiempo. Un día estás totalmente enamorada de alguien que probablemente no se para a pensar todo lo que pierde y al día siguiente te despiertas mal, sin ningún motivo aparente, pero de repente ya no le ves como antes, te paras a pensar que no merece la pena seguirle el juego, que un año y medio es suficiente tiempo para que la otra persona se dé cuenta de lo que tiene, de lo que puede llegar a perder. Vuelves a ver las fotos en las que aparece él, pero ya no sientes ese cosquilleo. ¿Qué ha podido pasar?
Todo se te hace extraño y piensas que cuando le vuelvas a ver volverás a sentir lo mismo o más de lo que sentías antes de despertarte esta mañana.
Llega el próximo día, y ahí está, sonriendo como siempre, y efectivamente sonríes como una tonta, sigues totalmente pillada, no eres capaz de olvidarte de él.
¿Por qué, joder, por qué?
En realidad no quieres olvidarte de él, de todo lo que te hace sentir, pero sabes que es lo mejor, no puedes seguir así, comiéndote la cabeza de esa forma.
Ambos sabéis que nunca vais a llegar a nada, y aunque él no quiera hablar del tema lo está pasando mal igual que tú. Esto está siendo para los dos, joder, ambos queréis olvidaros de todo o por lo contrario no olvidar nada y dar un paso más, pero los dos tenéis miedo, ninguno se atreve, ninguno quiere cagarla, ninguno quiere perder una amistad tan bonita como la vuestra. Confiáis uno en el otro, os lo contáis todo, bueno, casi todo, ninguno es capaz de decirle al otro lo mucho que le quiere y parece que la historia seguirá así por mucho mucho tiempo.